Es muy diferente estudiar que trabajar: una frase que debes haber oído más de cien veces. Y es la pura y dura realidad.
Cuando uno sólo estudia, su preocupación, por lo general se centra en las notas. En los resultados inmediatos del estudio, que se los toma como cancelatorios: se termina un ciclo y se acaban los cursos, se piensa. En lo que no se fija uno es que se va construyendo un edificio y que todo se usa y sirve; si no ahora, después. Un edificio llamado profesión, que va a ir creciendo con el tiempo.
Trabajar es diferente. Se suelen exigir resultados positivos inmediatos; se supone que los estudios son las herramientas que sabes usar y esperan que las apliques al momento. Recuerda que por lo general si te pagan 10, te van a reclamar por 50. Siempre esperarán más de ti y el reconocimiento no será el que esperas tú.
Lo anterior no lo digo para desanimarte y bajar el entusiasmo que tienes. Lo digo porque pasa y uno se suele sentir bien poca cosa: “explotado” puede ser la palabra.
Trabajar significa volar solo.
Hasta ahora te acompañaron, tus responsabilidades que no eran tan grandes y las consecuencias tampoco. Es el momento en que debes demostrar lo que vales. No en dinero, porque al principio tu sueldo va a ser bajo, sino como profesional. Demostrar que eres capaz de hacer más de lo que te piden y esperan.
Trabajar es una ilusión que se cumple, pero también una responsabilidad: la tuya. El trabajo es una nueva vida, un modo de vivir que tendrás que enfrentar cada día.
Que no te pase nunca que el trabajo, por difícil que sea, signifique un “trabajo” para ti, una carga. Trabajar debe ser hacer lo que te gusta, lo que aprendiste y sabes “cómo es”.
Recuerda siempre que no estás estudiando y debes decidir. Que de tus decisiones no solamente dependes tú, sino los que te rodean y otros a los que quizá ni conozcas.
La publicidad es un trabajo de equipo donde tienes que recibir pases y hacer goles. No autogoles.
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