Parece que todo apunta a hacernos las cosas más sencillas; a evitarnos trabajo. La computadora, omnipresente, nos resuelve la vida, especialmente en esto de la publicidad. Sirve para escribir, para diseñar y dibujar, como archivos de textos, números e imágenes; produce sonidos que se convierten en música; es grabadora y cámara. Por lo menos así parece hasta que (famosa “ley de Murphy”) algo sale mal; la pantalla se pone negra o apretamos la tecla equivocada y lo que hacíamos se borra. O nos sucede algo que no podemos entender claramente y necesitamos que ese alguien “que sabe”, nos ayude. ¡Si todo era tan fácil!
Lo que parece simple no lo es tanto y hemos pasado a una dependencia irracional y peligrosa: terminamos confiando en una máquina. No digo que esté mal, pero nos hemos olvidado de las alternativas. No hay una cajita roja que indique “en caso de peligro, rompa el vidrio”.
¿Qué hay detrás del vidrio?: ¡Un destornillador! El símbolo del resuelve-problemas.
No es que necesitemos ese destornillador, pero es una metáfora de todo eso que es alternativa y deberíamos tener y conocer. No podemos quedarnos con las manos cruzadas porque eso es admitir que hemos perdido.
Manolo Echegaray.
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