La frase dice que sobre gustos y colores no han escrito los autores y mi padre completaba: “¡pero hay gustos que merecen palos!”. A veces le doy toda la razón y creo que no tenemos que soportar ni crear campañas publicitarias que atenten contra un normal buen gusto; no digo ya exquisiteces de “connossieur”.
A veces nos encontramos con campañas que ofenden por lo burdas o extremadamente simples. Como si dijeran que los consumidores somos idiotas y no pensamos nada. Es cierto que la publicidad alambicada no tiene éxito porque resulta ininteligible y si no lo tiene, no funciona, pero no podemos permitir que se nos vea como si estuviéramos al nivel de la pista, o más abajo, en alguna alcantarilla: ni tanto ni tan poco.
Digo esto porque veo en televisión, comerciales que suponen que somos subnormales; que no tienen medianamente claro para nada que la audiencia, su grupo objetivo específicamente, cae en la cuenta de que es sub informado, sub tratado y sub considerado.
Hay que ponerle un poco de pensamiento a las campañas y está bien que no sean complicadas, pero tampoco creadas como si para bobos fueran.
Lo que me indigna más es que haya algún cliente que apruebe, aunque por lo general este confía en sus publicistas. Pero ojo, eso pasa una vez, porque a la siguiente lo pensará ya que lo que se pierde es su dinero y su prestigio y esto es lo único que verdaderamente tiene.
Manolo Echegaray.
13.1.2015.
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