En esto de la publicidad hay que andar en primera.
Hacerlo en cualquier otra velocidad o ir en automático, significa que no estamos avanzando. No con el impulso suficiente.
Estar siempre en primera es exigir al motor que ofrezca su máxima potencia y no conozco publicista destacado, en ningún lugar del mundo, que no viva su profesión a elevadas revoluciones por minuto.
Exigirse a uno mismo es no contarse mentiras y buscar superar siempre lo último que se hizo. La publicidad está ante los ojos de todos y es juzgada cada instante, pero es el íntimo convencimiento del publicista sobre la calidad de su trabajo, el mejor premio que recibe.
Se puede hacer publicidad de la que se hable, pero la que se hace cuando se está en primera, es notoriamente efectiva.
Caminar en primera no es sencillo y puede ser que uno se canse, pero creo que es preferible un cansancio satisfecho, que la satisfacción de una vida descansada.
No creo que haya nada que se compare a la alegría de algo bien hecho. A ir más allá de solamente cumplir con el deber.
Es verdad que en toda profesión esto existe, pero en publicidad, además, podemos ver los frutos: tenemos esa suerte.
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