El publicista no puede ser un profesional que habita en una torre de marfil y está aislado de lo que pasa.
Más de una vez he escrito sobre este tema y en las clases que tenía insistía siempre en el hecho. Y es que quien trabaja en publicidad, necesariamente tiene que estar conectado con la realidad. Su desarrollo diario lo pide y ha de conocer las últimas tendencias en diferentes campos y estar en contacto permanente con el público; ese público que forma los diferentes grupos –objetivo que son uno de los insumos más importantes para el quehacer publicitario.
Hacer colas, viajar en transporte público, frecuentar lugares donde gente diversa se reúne. Tendrá que visitar mercados, centros comerciales; salir de su comodidad y aventurarse. Tendrá que descubrir y conocer.
El verdadero publicista está abierto a todo. Tiene que revisar lo antiguo e interesarse por lo nuevo. Nada de lo que está pasando le puede ser ajeno, porque de ello sacará las ideas e irá desarrollando su trabajo.
Eso es lo apasionante y divertido: saberlo casi todo para luego darle forma e irlo transmitiendo. La publicidad siempre está en movimiento. De eso depende siempre su eficacia.
Manolo Echegaray.
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