Dicen que el tigre únicamente retrocede para saltar.
¿Eres un gatito doméstico simpático o un tigre?
Esta es una buena pregunta que hay que responder, porque muchas veces se piensa que un pequeño retroceso es siempre huida. Tenemos que aprender a que el avance, el salto, necesita de impulso y este solo se logra bien, retrocediendo. No hay que tener miedo al aparente retroceso si eso nos va a servir para llegar más lejos.
Tal vez te suene raro que trate este tema aquí, cuando aparentemente no tiene nada que ver con la publicidad. Lo que sucede es que en busca del éxito solemos negarnos a admitir que no sabemos algo porque lo consideramos un demérito; no nos ponemos a pensar que lo que puede parecer ir hacia atrás, lo que está haciendo es preparándonos para avanzar: retrocedemos, sí, porque consideramos que necesitamos el impulso y es preferible no avanzar, no saltar, si no estamos seguros.
La vorágine de la publicidad a veces nos marea: creemos ser propietarios de todas las respuestas y si miramos bien, veremos que ello no es cierto ya que nos faltan cosas por cubrir.
No significa esto que no andemos el camino, pero para dar ese salto que queremos, debemos prepararnos. El retroceso además nos va a servir para conocer bien el terreno que pisamos y no dar un paso en falso que puede suponer una caída. Es tremendo caer en la mitad de un salto… ¡y no llegar a la meta trazada!
Por eso, preparémonos bien. No descuidemos nada. Consideremos que lo ínfimo o lo que en apariencia es obvio, tiene importancia. No desechemos aprender; no creamos saber. Las luces son para hacer comerciales, pero pueden cegar a quien los hace. No hay que creerse completo eso de “¡Retroceder nunca, rendirse jamás!” ; nunca te rindas, cierto, pero no temas retroceder un poco si es que quieres saltar.
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