¿Nos damos cuenta de la responsabilidad que tenemos los que hacemos publicidad? ¿Somos conscientes de cuánto podemos influir en los demás? ¿Sabemos administrar esta responsabilidad? Son preguntas que uno en esta profesión debe hacerse, porque cumplimos el papel de comunicadores que orientan. Pueden parecer “grandes palabras” y solamente eso, pero son realidades con las que vivimos a diario y si no caemos en la cuenta de ello, estaremos actuando como máquinas.
Todo lo que hacemos trae consecuencias y estas se amplifican. Nuestra sugerencia de usar el detergente X, puede perfectamente convertirse en una elección masiva y afectar de diversas maneras la vida de la gente. De mucha gente. Y si pensamos que elegir un detergente es algo baladí, tenemos que advertir que la elección se produce por confianza; confianza que han depositado todas esas personas en lo que les decíamos. Y llevarán en producto a sus casas, comprándolo para que su familia (¿cuatro o cinco?) lo use. El efecto de nuestra publicidad es como una gota de agua que produce ondas que van más allá de la vista; que escapan a nuestro control.
Y así pasa con todo lo que la publicidad toca; lo multiplica, haciéndolo crecer.
Somos creadores de tendencias, de modas, de formas de actuar y sugerimos buscando convencer. No podemos decir que no tenemos responsabilidad porque “solo hacemos avisitos”. La publicidad puede mover al mundo. Y es algo que hay que tener muy en cuenta siempre.
Manolo Echegaray.
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