Conversaba, contando que prácticamente toda mi vida profesional, había hecho redacción publicitaria. Me dijeron algo que pocas veces he oído sobre eso y yo siempre menciono: poder sintetizar. Reducir, pero sin sacrificar lo esencial.
Y es cierto; el redactor publicitario tiene que escribir sobre algo, de pronto acudiendo a muchísima información, leyéndola y comprendiendo, para poder resumir de forma inteligible lo que podría ser complejo y hacerlo atractivo.
Parece fácil pero no lo es. Especialmente en estos tiempos en los que la información parece abundar, pero si uno se fija, a veces existen contradicciones sobre lo mismo. Ahora, además, hay que saber elegir bien las fuentes, porque lo que Internet ofrece –que suele ser inmenso- no es enteramente confiable.
El redactor publicitario es un buscador primero y alguien que practica el arte de la síntesis, pasando por una cuidadosa selección.
Cuando menosprecian un texto, diciendo que “eso lo hace cualquiera”, quisiera ver metido a quien lo dijo en la redacción de un folleto o la confección del texto para un aviso o la creación de un spot para radio o tv. O lo que creo es aún más difícil: la acuñación de un slogan.
No es porque tenga tanto tiempo en esta profesión, o tal vez sea por eso, que aprendí a respetarla.
Desde el colegio, hacer resúmenes inteligentes, atractivos y sobre todo cortos, me pareció muy difícil y en el fondo eso es lo que he venido haciendo desde entonces.
De lo bueno, poco.
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