Antes, uno armaba barcos, automóviles, aviones y personajes temáticos como “el vikingo” o “el gladiador”, las piezas solían ser de plástico y en algunos casos de madera balsa y cada una traía un plano e instrucciones. Así, uno escogía su modelo e iba creando una colección. Las piezas venían listas para el ensamblaje.
Todos tenemos o creemos tener un modelo en cuanto a nuestra profesión. Un modelo a seguir. Lo único que hay que advertir es que para acercarse a conseguir parecerse, no hay más que unos planos que son bastante difusos; no conozco instrucciones qué seguir y las piezas están dispersas por todas partes. O sea que tenemos que armar nuestro propio modelo, hacerlo con dificultad e ir viendo si se parece a lo que quisiéramos ser.
Es todo un proceso, durante el cual nos vamos construyendo poco a poco y vamos uniendo las piezas, tratando que encajen bien. Y es que no se puede “copiar”, porque en realidad los modelos que tenemos son muchos y de cada uno irá saliendo algo. Más que imitar a uno, tenemos que ser nosotros mismos, aunque los rasgos, o las piezas, recuerden a alguien. Como en las recetas de cocteles, mézclese bien y bátase un poco; después pruébese y agréguese el toque personal.
¡Hemos armado nuestro modelo…! ¡Nosotros mismos!
Manolo Echegaray
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