Este es un tema sobre el que siempre se insiste pero parece que mucha gente se hace la desentendida porque habla, opina, escribe y recomienda sobre lo que, como diría un guachimán, “mayormente desconoce”.
Digamos que es uno de los pecados capitales de la publicidad, que es en esencia comunicación y si no se sabe sobre lo que se va a decir, mejor es quedarse callado.
Voy al tema, recurrente también, de la información: publicista desinformado es publicista fracasado. Nuestra profesión, se dice que va adelante, pero no se puede estar en una posición ventajosa si es que no se tiene un ténder (vagón que carga el carbón que alimenta a algunas locomotoras) de información de distintos tipos.
Cuando el creativo no tiene información no puede trabajar, a veces actuará mal: alguien decía, “si no tengo la información me la invento”. Bueno, estará engañando al consumidor, al cliente y finalmente a sí mismo.
La publicidad tiene que basarse en hechos y estos se obtienen a través de la información. No se inventan. Disculpas si sueno pesado, pero es que no se puede obviar u olvidar esta palabra en publicidad. Hay que tener información del producto, del mercado, de la competencia, del consumidor. Hay que saberlo todo porque de otra manera no se puede decir nada… con base. Pero hay que tener en cuenta que un dato lleva a otro y este a varios: así se va formando un tejido de conocimiento absolutamente necesario.
Es primordial sistematizar la recolección del conocimiento, porque de esa manera se lo puede clasificar para, cuando sea necesario, elegir.
Nunca un creativo publicitario debe tener temor a contar con mucha información; si no está desordenada es útil.
Podría seguir ahondado en esto, pero creo que es suficiente para destacar la importancia que la información tiene. Por lo general empieza con un “brief” o resumen. Ese es solo el principio de la diversión.
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