“Ponerse en los zapatos de otro” es mirar y sentir las cosas como otra persona.
En publicidad es vital y significa ponerse en el lugar del público objetivo elegido. Esto no es fácil porque solemos trasladar nuestros propios miedos, creencias, prejuicios y vivencias, con el convencimiento de que “todos” participan creen, sienten y temen lo mismo. Y claro, nos equivocamos totalmente.
Por eso es que vemos algunos comerciales donde el comportamiento de los protagonistas no tiene nada que ver con la forma de uso o de consumo que de los productos anunciados hace corrientemente el público; y no es que se trate de una “visión creativa”, sino que estamos ante errores de interpretación de los autores de esos comerciales.
Muchas veces he insistido sobre la importancia de conocer al consumidor, de hablarle en su mismo lenguaje. De respetar sus costumbres. Pero creo que hay que seguir insistiendo y persistir en esa mirada narcisista, en ese mirarse el propio ombligo y tener la seguridad que uno es el representante y detentador de la verdad.
Tenemos que tener en cuenta nuestras diferencias y las variaciones que recorren el universo de los grupos objetivo.
Las armas, perdón que lo repita, son la información y la investigación que lleva a conseguirla; de otro modo estaremos dando palos de ciego y perdiendo el tiempo y el dinero.
No es sencillo ponerse en los zapatos del otro y requiere la valentía de admitir que uno no es un patrón de medida y que nuestra opinión es nuestra y tal vez de alguno más.
Aprendamos a mirar a los otros, Veremos lo distintos que son.
Manolo Echegaray.
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