Trato de no olvidarme de las cosas y una manera de recordarlas, es anotar lo que tengo que hacer. Esta no es una manía que “me haya entrado con la edad”, sino algo que la experiencia me enseñó. En esta profesión uno tiene que recordar infinidad de cosas, ordenarlas, priorizar y ejecutar. Esta cadena de hechos le sucede al creativo, al ejecutivo, al productor y a cualquiera, en realidad. Es algo de lo que no podemos escapar si queremos hacer un trabajo eficiente y bien hecho.
La memoria, a no ser que esté entrenada de modo especial y el entrenamiento sea constante, tiende a presentar fallas o “lagunas” que a veces son océanos que no podemos cruzar justo cuando es necesario hacerlo. La respuesta a ese problema, para muchas personas y para mí, ha sido confeccionar listas. Poner por escrito lo que se ha de hacer; muchas veces, los pasos que hay que dar para llegar a algo.
Podrá parecer bobo, infantil y tedioso, pero es un recurso del que podemos echar mano fácilmente: ni computadora necesitamos, porque con un papel y un lápiz basta. Se ve muy primario, pero funciona.
Acostumbrémonos a usar este “bastón” que nos va a ayudar en el camino. Cuando menos pensemos, nuestra memoria habrá ido mejorando, pero es mejor no abandonar la costumbre adquirida. Nos va a facilitar la vida, haciéndola un poco más ordenada y llevadera. No tenemos que avergonzarnos de hacer listas. Avergoncémonos de no hacer bien las cosas.
Eso sí, recordemos donde pusimos la lista que hemos hecho.
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