A mi celular entra gran cantidad de mensajes y llamadas que lo que buscan es que yo compre algo. No me inscribí en INDECOPI pidiendo que no me llamaran más ni enviaran mensajes y ahora, si es que aún puedo hacerlo, no lo hago porque quiero ver hasta dónde llegan en su intento para que me suscriba a horóscopos del amor, chistes de “Melcochita”, tarots clarividentes, ofertas “imperdibles”, aumento de saldos con validez de dos días y descuento incluido (supongo que para habladores compulsivos), servicio “necesarísimo” de roaming y mucho más que conforma un seguro lucrativo negocio (pues de otra manera no lo mantendrían) que busca rentabilizar aún más a un cliente que desavisado puede caer, o aquellos que consideran de gran valor e imprescindibles las canciones de moda y los tonos personalizados.
No sé si en verdad esto es publicidad.
No lo sé y dificulto que lo sea, porque la publicidad puede ser oportunista pero no intrusiva; puede ser persistente pero no “cansona”.
Por lo menos, no la publicidad efectiva que conozco; lo otro es disparar con perdigones a ver si cae un pato o confiar en que el pez “curioso”, pique.
No me convence ese tipo de cacería o de pesca. Sigo creyendo que una bala, una diana es lo que la buena publicidad hace… Creo que la carnada debe ser más que un escuálido gusano.
En fin, me seguirán llegando “alertas” y yo continuaré sin contestar, pero creo que esa “publicidad” para ser de verdad efectiva y distinta debería tener mayor ingenio, demostrar más creatividad.
Dejar un comentario