Se dice del que nunca pierde: “Jalisco nunca pierde y cuando pierde, arrebata”. Hay mucha gente en el mundo que es así y a mí me tocó un cliente que estaba seguro de tener la verdad siempre y nunca equivocarse.
Siempre, cuando se le presentaba alguna campaña, ponía objeciones e incluso decía la manera en que habría hecho lo que estaba viendo. En una discusión, de todos modos tenía la razón –según él- y si por casualidad algún argumento nuestro era incontrovertible y se encontraba acorralado, decía “Te concedo eso”.
No perdía, “concedía”, pero sin admitir que se le había ganado. No hubo forma alguna de que cambiara su actitud. Sabíamos, de antemano, antes de presentar que nos enfrentaríamos a un cliente exigente, alerta, colmado de argumentos y dispuesto a “ganar”; esto hacía que se redoblara el esmero y se revisara todo con especial cuidado, cubriendo todas las posibilidades.
Ya era casi un juego: cuando decía su famoso “te concedo eso”, apuntábamos una victoria. En su honor debo decir que sus observaciones eran muy atinadas y muchas veces enriqueció las campañas o los comerciales. Era un caballero y lo único –no sé si llamarlo defecto- que tenía, era el no querer perder.
En la vida de un publicitario toca tratar con un inmenso número de personas con modos de ser diferentes, pero que por lo general se enmarcan en algunas categorías. Este cliente era de una categoría especial y había que estar especialmente preparado.
Siempre se aprende algo y hay que agradecer a quien lo enseña.
Manolo Echegaray.
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