Saber algo a medias es mucho peor que desconocerlo totalmente. La razón es muy simple: por lo general, cuando sabemos algo creemos saberlo todo o no admitimos que nuestro conocimiento es incompleto. Esto es verdaderamente peligroso porque emprendemos un camino que de pronto cambia y se vuelve hostil. Lo que era un terreno amigo, de pronto se convierte en enemigo.
Reconocemos algunas cosas que conocemos, pero es como cuando le faltan piezas a un rompecabezas: no podremos armarlo y será algo inservible. Peor aún, como conocemos algo, podemos creer que lo sabemos todo hasta que la realidad nos planta frente a nuestro error.
No se puede sacar raíz cuadrada si es que no se saben las cuatro operaciones aritméticas y la geometría será un terreno ignoto.
Todo en la vida tiene “paso uno, paso dos y siguientes…”; no es posible saltar las etapas que es necesario recorrer sin que nos queden huecos.
Por eso recomiendo tener paciencia y no creer que se puedan tomar atajos que por lo general nos llevarán a donde no queremos. Tengamos muy claro que antes de intentar volar se tiene que aprender a caminar. El apuro es el peor consejero, porque la velocidad hace que todo se vea borroso y la publicidad que no es clara, no sirve.
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En un libro leí esta frase » Peor que quien no sabe la verdadera versión, es aquel que cree saberla solo, por los medios de comunicación».