En publicidad, las cosas hay que decirlas bien dichas si queremos que todos entiendan. Nuestro público no está en disposición de adivinar acertijos ni de tratar de entender lo que se le presenta inentendible.
La publicidad que es comunicación debe ser clara, porque si hay “ruido” que interfiera, esta no llegará al receptor. Lo que parece una verdad obvia, a veces no se toma en cuenta y se cree que siendo críptico o misterioso se atraerá de modo más fácil. Es cierto que estas son maneras de atraer, pero si el mensaje no está sólidamente construido se convertirá en un verdadero galimatías; es decir, no será entendido ni servirá de nada.
Los mensajes complicados alejan al espectador o lo bloquean. No quiere decir esto que todos los comerciales deban ser simplísimos y lineales, pero hay que tener en cuenta que la proposición de venta debe ser captada rápidamente, porque finalmente lo que se busca es eso; los “alrededores” estarán siempre en función de ella.
No hay que “jugar” con lo que quien ve el comercial no entiende a la primera, porque de pronto es la única oportunidad que se tiene de hacer contacto y persuadir a un usuario potencial.
Seamos claros, seamos sencillos, hagamos las cosas para que nos entiendan. Somos comunicadores, no prestidigitadores.
Manolo Echegaray.
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