Las redes sociales hoy en día tienen un papel importante dentro de casi todo. En este caso, hablaremos de la influencia de ellas en las elecciones presidenciales. Todos hemos escuchado hablar de Trump, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, él declaró en una conferencia tras ganar las elecciones que las redes sociales habían tenido un papel aún más importante en su campaña que el mismo dinero. ¿Cómo es eso posible? Aquí te lo contamos.
En primer lugar, existen los social bots, son perfiles “falsos” en las redes sociales que aparecen como “humanos”. Ellos adoptan la forma e imitan a un usuario ya existente. Por ejemplo, un candidato presidencial se ve involucrado en cierto tema controversial, aquí los bots se podrían poner a favor del candidato llegando a influir en otros usuarios reales. En segundo lugar, están las fake news o en otras palabras “rumores”. En redes sociales como Facebook, cualquier “noticia” o “tema” tiene el mismo formato en el caso de que fuera redactado por especialistas o simplemente por un adolescente con mucho tiempo libre. Las noticias falsas y la política siempre han ido de la mano, estas tienden a modificar la opinión política o influyen en ella.
Por último, la propaganda social tiene uno de los papeles más importante en la influencia de las redes sociales en las elecciones presidenciales. La propaganda social utiliza un instrumento llamado “el astroturfing”, el cual crea una ilusión de apoyo masivo en cierto tema o candidato lo cual conlleva a apoyos reales. Los candidatos al estar en campaña inundan las redes de distintas opiniones o interpretaciones de sucesos tanto reales como falsos. De esta manera, crean “temas de conversación” para poder estar en boca de todos o ser más relevantes.
Sin embargo, no todo es a favor del candidato y es aquí donde saber acerca de marketing político entra en juego. Las contraesferas públicas permiten que cualquiera tenga la posibilidad de publicar en redes sociales ya sea su opinión, posición política, etc. Esto permite al usuario compartir su posición sin la obligación de seguir los mandatos editoriales del mercado ni las tendencias políticas de los medios (periódicos, programas de tv).
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