Las cosas se nos ponen difíciles a veces, sobre todo cuando el tiempo se acorta, apremia la entrega del trabajo y en la mente solo tenemos algodones que no definen nada.
Nos suele suceder que por más que tratamos, no conseguimos LA IDEA, ni siquiera una idea que sea válida.
¿Qué hacer? Lo primero es no desesperarse.
La desesperación es muy mala consejera y no produce nada, sino más desesperación.
Trata de serenarte y pensar “otra cosa”. Por un instante cambia el foco; escucha un poco de música o busca algo qué hacer con las manos. El trabajo manual puede cansar físicamente, pero ayuda a la mente a descansar.
No “trates” de resolver el asunto que te preocupa insistentemente una y otra vez; aunque suene tonto, tienes que relajarte… ¡mentalmente!
El bullicio, la agitación y las prisas son los peores enemigos de la concentración mental.
Es muy fácil decir esto desde la distancia, pensarás tú. Pero cuando las papas queman…
A mí personalmente, me ha sucedido varias veces “estar en blanco”; con el tiempo aprendí dos cosas: a tenerme confianza y a tranquilizarme…
¡Ah, otra cosa!: aprendí a prever. Es que el dicho es muy cierto: “es mejor prevenir que lamentar”. ¿No sería mejor que te “adelantaras”?
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