Luciana Olivares ex-alumna del IPP admite que su apariencia le llamó la atención alto, grande, fuerte, imponente como un oso. Pero su atención se transformó en interés cuando me dijo: Quiero ser carnicero.
Por el 2013 en Perú lo que conocíamos por carnicería era el puesto del mercado o la selección de carnes finas en Wong. Renzo Garibaldi con una fascinación por cortar carne y recién cursado de una pasantía en una granja de Francia se planteó traer al Perú el deseo y el concepto de una carnicería de esquina pero creativa, deliciosa e innovadora.
Fue un chancho de 100 kilos, el protagonista de la construcción de su modelo de negocio. En su idioma, o sea de carnicero, dijo “yo quiero seccionar las partes de un chancho y usar hasta la orejas para hacer jabones”. En el mundo de los negocios y el marketing, Renzo Garibaldi con OSSO ha creado un modelo basado en el diseño funcional de sus productos construyendo un ecosistema capitalizado en el poder de su marca y la autoridad de la que ahora goza en cuanto a carne se refiere.
Para que un asado tenga éxito debes primero tener un buen corte y esto Renzo lo tiene bien claro. Porque si bien en sus planes estaba abrir restaurantes (ya tiene cuatro y ha alcanzado el puesto Nº12 de los 50 mejores restaurantes latinoamericanos). La diferenciación es como un buen corte fino, necesita precisión y quien mejor para realizar tal hazaña que un buen carnicero como Renzo Garibaldi que halló la manera de colocar productos artesanales en grandes cadenas de mercado y de esta manera creo una franquicia con una perspectiva distinta donde la pieza clave es su posicionamiento de carnicero.
por – Luis Enrique Tovar Acuña – Tomado de la columna de Luciana Olivares, ex – alumna del IPP
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