El título puede parecer ofensivo, pero en realidad es un reto. El no pensar es cómodo y no exige nada aunque sus resultados, en el mejor de los casos, sean mediocres.
Especialmente la parte creativa de nuestra profesión, exige que pensemos y que el producto sea distinto a otros.
Pero debes pensar de manera que te sirva para lo que quieres. Lo primero que debes hacer es organizarte, porque nadie piensa productivamente si es que anda errante. Antes de empezar a pensar (porque hacerlo de modo que funcione es un acto de voluntad) hazte un pequeño plan y pregúntate como primera cosa qué es lo que quieres, porque si no tienes un objetivo irás dando bote o “dejando vagar el pensamiento”. Define lo que vas a decir. Después a quienes y finalmente como es que lo dirás (lo que va a depender de a quienes se lo digas). Esto que está bien simplificado, te va a ayudar. Es cierto que todo creativo tiene su propia forma de pensar, su propio método, que ha ido afinando con el tiempo y la práctica: no hay una receta única. Pero nadie logra algo productivo con “pensamiento errante”; no es a tontas y a locas que se consiguen cosas. Tampoco confíes en el azar (“ya se me ocurrirá”), porque es muy extraño que resulte… Una muy buena ayuda (diría indispensable) es que tengas “tu mochila” llena; esto es que te preocupes siempre de contar con información que te sirva. Conviértete en una esponja: lee, mira, escucha. Nadie puede hablar de lo que no sabe y te vas a encontrar que necesitarás mucho, porque son muchos los temas que un creativo publicitario toca en su trabajo. Es verdad que esto funciona por acumulación, porque mientras más edad tienes, es mayor el bagaje cultural que posees. Eso es: necesitas CULTURA. No le tengas miedo ni rechazo a la palabra, porque es lo que te va a dar lo que usarás. El creativo publicitario debe ser una persona culta. Y ese es un tema que debes tener en cuenta, porque te vuelvo a decir que nadie da lo que no tiene.
Atrévete a pensar… ¡es divertido!
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