El tema que me da la “comunicación electoral” para comentar, hay que aprovecharlo. Es que, desde mi punto de vista es un muy buen ejemplo de algo muy malo. Algo así como un curso acelerado de lo que no hay que hacer en comunicación publicitaria, aunque reclame para sí el término de “comunicación política” o el que empleé yo mismo al principio de este escrito. Esto no es asunto de “cualquiera” sino de los que saben de verdad.
Para nadie es secreto que lo que vemos y oímos nada tiene que ver con la publicidad que debe ser atractiva, convincente; tiene que presentar argumentos y al ofrecer algo (promesas principales y secundarias) respaldarlas con creíbles y reales respuestas. Nada de esto parece suceder y nos encontramos que el asedio al pobre ciudadano se puede graficar como si en un comic perro y gato pelearan, con trazos embrollados que forman un ovillo del que salen rayos, chillidos y muchas cosas varias.
Lo que vemos y oímos es chabacano, se repite, carece de sustento: no es publicidad sino lo que hace un “cualquiera”.
No nos dejemos encañar porque le pongan título, ni creamos que la publicidad es así. Crean a sus sentidos, a su gusto: no crean lo que ven porque de otro modo, todo lo que estudiaron no les sirvió de nada. No hay que confundir comunicación publicitaria que funciona, con esto, que es tristemente común… ¡y no funciona para nada!
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