La publicidad “encubierta” es aquella que no nos damos cuenta que está, pero sin embargo, por esos mecanismos de percepción que tiene el cerebro, actúa aunque conscientemente no lo notemos.
El poner en uso determinadas marcas o productos en películas, telenovelas o series de televisión, es algo que se hace corrientemente y el costo monetario que supone su inclusión (nada es gratis aquí) está contemplado en el presupuesto de producción. No me estoy refiriendo por supuesto (aunque el tema tampoco suele ser gratuito) a la aparición de marcas reconocidas en carteles, en edificios, o en otras superficies. Se trata de los productos que se manejan normalmente: una cerveza (con marca visible, claro), un remedio, un chocolate, una bebida gaseosa y mil artículos más. Hubo series de televisión americanas que eran financiadas en parte por el uso de determinada marca de automóviles (preferentemente la de los “buenos”). Es una forma de hacer publicidad, donde la recomendación y los argumentos son por lo general visuales y están íntimamente ligados al uso del producto. No es ciertamente el estilo de la publicidad “abierta” a la que estamos tan acostumbrados y que inunda los medios, las calles y los puntos de venta. El título de “publicidad encubierta” es mío y no debe tomarse como algo peyorativo. ¡Faltaba más!
Manolo Echegaray.
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