Toca presentar al cliente.
Dentro de un rato estarás delante de una o varias personas que no conoces o has visto alguna vez, pero muy poco.
Aunque lo hayas hecho muchas veces antes, sabes que cada presentación es diferente. No es repetir un guión aprendido y sabes también que no tienes todas las respuestas, porque alguno podría preguntar cualquier cosa. Es verdad que contigo están tus compañeros que compartirán partes de la presentación, pero el tema eres tú y tu trabajo. Ese que soñaste, pensaste y poco a poco construiste hasta darle la forma que ahora tiene; pasó por todos los filtros previos y corregiste lo que no estaba bien, puliendo los detalles. Ahora es tu “hora de los loros”; eres queriéndolo o no, una estrella de la que está pendiente el cliente y eres consciente que no solo te juegas la aprobación de tu trabajo, sino el prestigio propio. El tuyo y el de la agencia: eres el representante en este momento.
¿Te parece exagerada esta reflexión? Pues debieras pensar en estar listo siempre, preparado, porque esa presentación te la pueden pedir en cualquier rato. Revisa bien cada argumento tuyo y recuerda que lo que tú les digas, no lo oyeron antes y a veces la sorpresa produce una extraña cerrazón. No te amilanes: si estás seguro y tienes la convicción de que lo que presentas es lo mejor, vas a salir triunfante. Recuérdalo cada vez que te pongas nervioso: tú eres el creativo y en este partido tienes que ser el dueño de la pelota. Solo te queda meter goles.
Manolo Echegaray.
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