Todo tiene uno. En publicidad, para que algo se desarrolle, necesita una orden de trabajo. Puede parecer banal, pero es un instrumento que permite que la pieza publicitaria se cree, tome forma y quede lista para su publicación.
Como es lógico suponer, las órdenes de trabajo variarán de acuerdo a la naturaleza de este. Lo que no debe faltar nunca es información que sirva para realizar la tarea Es algo que parece natural y que está demás decirlo, pero las órdenes “escuetas”, que no dicen prácticamente nada y que tampoco proporcionan lo necesario, son muy comunes y no solo hacen perder un tiempo que en todo y en especial en publicidad es valioso, sino que provocan errores y corregirlos toma… ¡más tiempo!
“Abrir” una orden de trabajo supone disponer de todos los elementos que se necesitarán luego. Es preferible que estos terminen sobrando, que falte algo. Quien abre la orden de trabajo debe tener claro lo que se necesita y tiene que saber pedir. Las vaguedades o imprecisiones insumirán tiempo valioso que debe dedicarse al trabajo en sí.
Un calendario que comience por la fecha de publicación y vaya retrocediendo en el tiempo, considerando lo que cada etapa toma en días (hábiles, por favor) en realizarse. Tanto para el texto, tanto para el boceto o story, tanto para aprobaciones internas, tanto para aprobaciones en el cliente; lo que se necesite para hacer las correcciones (si las hubiere) y lo que tome producir. En el caso de spots, calendarios especiales regirán la producción, pues cada uno de estos tiene que seguir una serie de pasos que incrementa siempre el tiempo total.
Un calendario de trabajo no puede hacerse “a la loca”, sino estudiando y midiendo bien las fechas y plazos. Recordemos que un spot para el Día de la Madre tiene una fecha límite, que es ese día y todo deberá estar orientado hacia eso.
Punto de partida: antes de empezar hay que estar listo.
Manolo Echegaray.
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