A veces un suceso pequeño, un simple detalle, te da la pista y comprendes que algo grande se viene.
Me sucedió siendo profesor en el IPP; tomando un examen donde, como era ya costumbre, las pruebas eran rendidas por cada grupo formado al principio, como si fuera una agencia. Había que presentar estrategia general, estrategia creativa y estrategia de medios, todo acompañando a la campaña publicitaria, sobre un tema dado.
A la hora de las exposiciones, recuerdo claramente que un grupo se presentó muy correctamente y con toda solvencia y en el momento de presentar el comercial para televisión que recomendaban, el responsable de la parte creativa empezó, sobre un story board, a contar la historia. Lo hacía muy suelto y con dominio total de lo que decía, hasta que llegó a un cuadrito que estaba de cabeza. Con toda naturalidad, lo despegó, lo puso al derecho y continuó sin casi detenerse.
Nadie dijo absolutamente nada y aplaudieron cuando la presentación terminó. Nadie comentó nada tampoco. A la salida, me acerqué al muchacho y lo felicité por haber mantenido la cabeza fría. Simplemente sonrió.
Hoy es socio –propietario y director creativo de una agencia de publicidad nacional que viene creciendo aceleradamente desde su fundación.
Nunca voy a olvidar ese momento de la presentación, su cabeza fría y presencia de ánimo. Dije para mí (y no me equivoqué), que ese muchacho haría grandes cosas.
Es curioso, pero uno aprende a descubrir en los alumnos esos rasgos que más tarde serán muy importantes. Aunque ellos a veces no lo sepan.
Manolo Echegaray.
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