La publicidad me enseñó muchas cosas, pero lo más importante fue el que sabía poco y necesitaba aprender más. Cada nuevo trabajo significaba un reto y cuando empecé creí que superándolos, llegaría un momento en que supiera tanto y tan de todo, que podría ufanarme de mis conocimientos.
Pasaron los años y me fui dando cuenta que siempre habían nuevas cosas y que sin salir del mundo de la publicidad, el aprendizaje era inconmensurable. “Solo sé que no sé nada” se le atribuye a Sócrates y sigue siendo una realidad hoy como antes.
El trabajar como creativo publicitario me permitió (y obligó) a aprender cada vez más y a extender los conocimientos. Gracias a ello he podido ingresar en campos que nunca pensé que existieran a veces o de los que tenía alguna referencia lejanísima. De pronto estaba en ellos porque tenía que “traducir” para que pudieran además de conocerse, entenderse. Muchas veces hay que convertir cosas muy complejas, en sencillas.
Es la profesión donde si uno no continúa aprendiendo, se estanca y no puede seguir. Aprendí que mi aprendizaje sería toda la vida y ahora me enorgullezco de ser un aprendiz de mago que siempre encontrará algo nuevo.
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