No soy sino un redactor publicitario y mi opinión estética es la de una persona común y corriente, pero pienso que Lima, como ciudad, debería producir una emoción estética positiva y me parece que sucede todo lo contrario. YT en ello, la publicidad tiene la culpa.
No es posible que enormes paneles publicitarios de los más diversos tipos y tamaños, contribuyan preponderantemente a La sensación de caos que reina en las calles, en avenidas y plazas, no solo afeando la ciudad, sino mostrando un irrespeto soberano por los demás y un afán de lucro que parece incontrolable. Este es uno de los casos en los que la publicidad se ataca a sí misma, haciéndose merecedora de una mala fama que no debía tener.
La publicidad exterior, para funcionar bien, no necesita degradar el paisaje. Debería respetarlo e integrarse. Se me dirá que lo que se busca es llamar la atención. Sí, pero es el mismo caso en el que para hacerlo alguien se embarre de excremento o grite groserías: llamará la atención, por cierto, pero ¡a qué costo!
No se trata de ser puritanos, pero sí darse cuenta que lo que se está haciendo no está bien, ni siquiera en el plano económico, porque si algo no funciona (como puede suceder con esto) no vuelve a usarse.
La lógica y el buen gusto deben primar, porque es ilógica la publicidad de mal gusto. Y además dañina.
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