Son esa legión de personas a las que te diriges cuando haces publicidad. Los que están allí, crees que al frente tuyo, cuando en realidad deberías estar entre ellos, mezclado; escuchándoles antes de decidir qué decir.
Los otros esperan que les cuentes, que les informes, que los convenzas. Esperan que los enamores.
Tienes que elegir con cuidado las palabras, las imágenes, los sonidos. En algunos casos, diría que puedes conseguir que gusten y huelan. Por eso debes ser cuidadoso, porque estás trabajando con algo que no puedes tocar y sin embargo existe, evoca y moviliza.
Esto es lo que haces o harás cada día: comunicarte con esos otros que siempre están alrededor tuyo. Es tu deber conocerlos. Es la única manera que conozco de hacer que tu trabajo fluya, tenga el efecto que deseas y otros esperan.
En realidad, estás escribiendo los libretos que seguirán en parte de sus vidas. Si lo haces bien, ellos te creerán y apostarán por lo que tú les digas. Tienes una responsabilidad tremenda, haciendo esto que se llama publicidad. Tienes a tu cargo a los otros a quienes tal vez personalmente no conoces, pero sí debes saber cómo son.
Es todo un reto y tú estás en él.
Los otros están esperando que algo digas.
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