Plagiar es copiar.
Sobre este tema se ha hablado mucho, pero en publicidad se da últimamente bastante en nuestro país.
Es algo que se hace siempre, lamentablemente, “fusilando”, como se le dice en el argot publicitario, ideas, fotografías, a veces textos completos. Esto es una verdadera desgracia, porque primero, indica que la creatividad es algo que no existe para muchos, porque pensar agota y mejor no hacerlo. En segundo, pero no menos importante lugar, porque afecta al cliente, que confía en obtener algo nuevo y efectivo y lo que recibe es un producto mal reciclado, de segunda o tercera: es engañado. Se engaña también al público y al mismo creativo, que se cree tal y no es sino un vulgar plagiario.
Por donde se le mire, el hecho es malo y vergonzoso.
En una época como esta, de facilidad de información y de redes sociales omnipresentes, es increíble que esto siga sucediendo y haya quienes se llevan las palmas, no solo sin merecerlas, sino cuando están demostrando ser cualquier cosa. Me indigna, como creativo publicitario, descubrir que algo que parecía original, no lo es. Es una copia burda; algo que quiere pasar por auténtico. Es, un engaño mondo y lirondo.
Cada uno lleva en su conciencia lo que hace. Lo malo es que parece que algunos no la tienen, o está tan sucia y manchada que parece un trapo de limpiar.
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