“Somos los nuevos comediantes. Cuatro actores que van de plaza en plaza, de teatro en teatro, pero siempre adelante.”
Así empieza la obra “Historias para ser contadas” del argentino Osvaldo Dragún.
Recordaba esto cuando pensaba que la publicidad trae historias, muchas historias que son contadas cada día, a ese público de una plaza imaginaria. Un público que suele conocer las historias y que sin embargo, como a veces sucede en el teatro, las ve una y otra vez. Hasta que llega a aprender las canciones (o jingles) y repite las frases memorables.
En el fondo, el teatro y la publicidad suelen representar una realidad que, cuando se logra el cometido, involucra al que ve. Lo hace participar.
Es cierto que la publicidad busca convencer, pero lo mismo hace una buena obra de teatro. Si el comercial es bueno y nos convence, cumple con su misión. Si la obra nos gusta (lo que suele significar convencimiento), aplaudimos.
Publicidad y teatro: dos caminos que parecen distintos y que si uno los mira bien, tienen mucho en común.
Manolo Echegaray.
20.1.2015.
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